LA ZORRA Y EL CUERVO.
(JEAN DE LA FONTAINE)
Encaramado a un árbol, sujetaba el señor cuervo con su pico un rico queso. Y la señora zorra, atraída por el olorcillo, le habló de esta manera:
- ¡Buenos días, señor cuervo! ¡Cuán bello sois y me lo parecéis! Si fuera vuestro
canto igual a vuestras plumas, sin mentir, os digo que seríais el ave fénix de cuantas aves viven en los bosques.
Oyendo el cuervo tales palabras, desbordaba de alegría y, abriendo el pico para lucir su voz hermosa, dejó caer el queso. Lo atrapó la zorra al instante, y dijo:
- Sabed, señor cuervo, que todo adulador es un parásito de aquel que sin más lo
escucha; esta lección bien vale un queso.
Avergonzado y confundido, juró el cuervo, aunque algo tarde, que nunca más le engañarían.
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