LA MARIPOSA.
Una vez un hombre observó cómo una mariposa luchaba por salir de su capullo. En su opinión, lo hacía con demasiada lentitud, así que trató de ayudarla soplando delicadamente sobre el capullo.
Efectivamente, el calor de su aliento sirvió para acelerar el proceso. Pero lo que salió del capullo no fue una mariposa, sino una criatura con las alas destrozadas.
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