LA MUJER.
(GABRIEL CELAYA)
Cuando éramos jóvenes, cada vez que veía las piernas de mi mujer me sentía loco de pasión y deseo.
Cuando nos llegó la madurez, las piernas de mi mujer me dejaban indiferente muchas veces.
Ahora que somos viejos, si le ocurriera algo a sus piernas, es como si le ocurriera a las mías.
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