LA SOSPECHA.
Un hombre perdió su hacha, sospechó que el hijo de su vecino se la había robado. Creyó por lo que aquel decía, por sus acciones y por sus movimientos, que era el ladrón. Al día siguiente, al volver al trabajo encontró el hacha y, al regresar a casa, volvió a ver al hijo del vecino; ya no tenía el aspecto de haberle robado el hacha como creyó el día anterior.
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