LA VISIÓN.
Un tren cruzaba a gran velocidad un valle rodeado de suaves colinas. Era el momento de la puesta de sol, y el espectáculo era realmente impresionante: las nubes se teñían de variados colores, las masas de pinos que trepaban por las colinas se recortaban contra el cielo, las colinas adquirían matices violáceos, bandadas de pájaros cruzaban el cielo… Dentro del tren estaban poniendo una película de vídeo, y absolutamente todos los pasajeros la contemplaban hechizados… excepto uno, que, con la cabeza vuelta hacia el cristal de la ventana, permanecía absorto en la visión de aquel paisaje.
(La felicidad no es una meta a la que hay que llegar, sino una forma de viajar).
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