ALFONSO X, CALILA Y DIGNA.
Erase un mercader muy rico y muy viejo que tenía una mujer joven y hermosa, a la que amaba mucho.
Pero la mujer era egoista y mala; sólo se había casado con él por su dinero, y esto dábaselo a entender con su despego a todas horas: tal era el aborrecimiento que por el pobre viejo sentía.
Una noche, cuando estaban cenando, oyeron un ladrón en la casa, y la mujer asustada, corrió hacia su marido y le echó los brazos al cuello, apretándose contra él. Y él dijo en su corazón:
-¿Cómo me da Dios tanta ventura?
Y cuando vino el ladrón le dijo:
-Toma lo que puedas llevar y vete con mi bendición, pues a tí te debo que mi mujer me abrace.
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