sábado, 12 de junio de 2010

LA TEMPESTAD Y LA OLLA.

FEDRO.

Parece, según como experiencia, que un alafarero fabrió, tiempo ha una olla, poniendo de su parte todo su saber y su arte; y, para que cociera más rápidamente y mejor, la puso a secar al aire libre. Al mismo tiempo, se origínó una gran tempestad de lluvia y viento, quien, acercándose a la olla, le preguntó:

-¿Qué cosa eres y cuál es tu nombre?

Ella, no recordando lo que era y olvidando que la habían fabricado con barro vil, respondió:

- He sido formada por el arte e ingenio de mi dueño y con su mano hábil y práctica; de tal modo que soy olla con todas las de la ley.

Hablóle entonces la tempestad de esta manera:

- Aunque te tengas por olla bien conformada en tu vana presunción, entérate de que, dentro de poco, volverás a ser lo que fuiste, destruida por el agua, a fin de que te percates de que no eres más que tierra vil y agua.

Y, dichas estas palabras, llovió mucho y se formaron encima de la olla grandes nubes. Sin ser cocida en el horno, se volvió tierra y agua.

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