RABINDRANATH TAGORE.
¡Qué feliz eres, chiquillo, tirado ahí en el polvo, jugando hora tras hora con ese palito! No puedo menos de reírme viéndote jugar y jugar toda la mañana con ese pedacito de palo. Yo sumo y sumo, hora tras hora también, preocupado, con mis cuentas. Y quizá tú, mirándome, piensas: "¡Vaya un juego tonto! ¡Qué ganas de perder la mañana!"
¡Ay, chiquillo! ¡Yo he olvidado ya el arte de distraerme con palitos y con tortas de barro! ¡No quiero más que juguetes caros, reunir pedazos de oro y plata! Tú, con cualquier cosilla que te encuentras, juegas contento. Yo malgasto tiempo y fuerzas en cosas que nunca podré tener. Pretendo atravesar el mar de la ambición con mi frágil barquilla, ¡y me olvido de que yo también estoy jugando!
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