MANUEL-AGUSTÍN. PRÍNCIPE.
Aunque parezca broma,
conviniéronse un hombre y un borrico
en enseñarse el respectivo idioma;
y el burro...¡suerpte impía!
no aprendió ni un vocablo solamente
en dos años de estudio y de porfía;
entretanto el hombre, en sólo un día,
aprendió a rebuznar perfectamente.
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