lunes, 16 de noviembre de 2009

LA ROSA Y EL AMARANTO.

ESOPO.

Un amaranto plantado en un jardín cerca de un rosal, así se dirigía a él:

-¡Qué flor tan encantadora es la rosa, favorita tanto para Dioses como para hombres. Le envidio su belleza y su perfume!

El rosal le contestó:

-En efecto, querido amaranto, doy flores, ¡pero para una breve temporada! Y si ninguna mano cruel las desprende de mi tallo,
aún así fallecerán tempranamente. Pero tú eres inmortal y nunca te
descoloras, y siempre te presentas con renovada juventud.-

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