martes, 9 de junio de 2009

EL PRINCIPITO Y EL ZORRO.

(ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY)

"Entonces apareció el zorro.
-Buenos días -dijo el zorro.
-Buenos días - respondió cortésmente el Principito, que se dio vuelta, pero no vio nada.
-Estoy acá -dijo la voz bajo el manzano...
-¿Quién eres? -dijo el Principito-. Eres muy lindo...
-Soy un zorro -dijo el zorro.
-Ven a jugar conmigo -le propuso el Principito-. ¡Estoy tan triste!...
-No puedo jugar contigo -dijo el zorro. No estoy domesticado.
-¿Qué significa "domesticar"? -dijo el Principito.
-Es una cosa demasiado olvidada -dijo el zorro-. Significa "crear lazos".
-¿Crear lazos?
- Sí- dijo el zorro-. Para mí, no eres todavía má que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, mi vida se llenará de sol y tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo...
El zorro calló y miró largo tiempo al Principito:
-Empiezo a comprender -dijo el Principito-. Hay una flor... Creo que me ha domesticado...
El zorro calló y miró largo tiempo al Principito:
-¡Por favor... domestícame! -dijo.
-Bien lo quisiera -respondió el Principito -, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.
-Sólo se conocen las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas hechas a los mercaderes. Pero como no existen mercaderes de amigos, los hombres ya no tienen amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame!
-¿Qué hay que hacer? -dijo el Principito.
-Hay que ser muy paciente -respondió el zorro-. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en la hierba. Te miraré de reojo y no dirás nada. Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca...
Al día siguiente, volvió el Principito.
-Hubiese sido mejor venir a la misma hora -dijo el zorro-. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.
-¿Qué es un rito? -dijo el Principito.
-Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro. Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días: una hora, de las otras horas.
El Principito se fue a ver nuevamente a las rosas:
-No sois en absoluto parecidas a mi rosa: no sois nada aún -les dijo-. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como era mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Y las rosas se sintieron muy molestas.
-Sois bellas, pero estáis vacías -les dijo todavía-. No se puede morir por vosotras. Sin duda un transeúnte común creerá que mi rosa se os parece. Pero ella sola es más importante que todas vosotras. Puesto que es ella la rosa a quien escuché quejarse, o alabarse, o aun, algunas veces, callarse. Puesto que ella es mi rosa.
Y volvió hacia el zorro:
-Adiós -dijo.
-Adión -dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
-Lo esencial es invisible a los ojos -repitió el Principito, a fin de acordarse.
-El tiempo que tú dedicaste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.
-El tiempo que perdí por mi rosa... -dijo el Principito, a fin de acordarse.
-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
-Soy responsable de mi rosa... -repitió el Principito, a fin de acordarse."

No hay comentarios:

Publicar un comentario