martes, 2 de junio de 2009

EL LIRIO Y EL PÁJARO.

(SORËN KIERKEGAARD)

Había una vez un lirio que vivía apartado a la orilla de un riachuelo, en compañía de algunas ortigas y alguna otra flor amiga. Lleno de alegría de vivir, el tiempo pasaba sin que se diera cuenta, como era el riachuelo que corría al lado.
Un día le fue a visitar un pequeño pájaro que también apareció el día siguiente; después desapareció por algún día, después reapareció de nuevo. El lirio no lograba entender cómo podía moverse y cambiar de sitio.
El pequeño pájaro era un pájaro malo. En vez de identificarse con el lirio, de alegrarse de su gracia y compartir su felicidad, se puso a ostentar la propia libertad y a tomarle el pelo a la flor.
No contesto con esto, aquel fanfarrón se puso a contar toda clase de historias, verdaderas y falsas: Le decía que en otros lugares había una abundancia de lirios mucho más espléndidos que vivían con una felicidad, una serenidad, un aire perfumado, una riqueza de colores y sonidos superiroes a toda discreción.
Así hablaba el pájaro; y terminaba diciendo al lirio que él era insignificante comparado con tal magnificencia. Y así lo humillaba.
El lirio se volvió inquieto, y cuanto más escuchaba al pájaro, más celoso se ponía y más se afligía. De noche, ya no podía dormir sueños tranquilos y al alba no se despertaba de buen humor. Se sentía prisionero.
El murmullo del arroyuelo le parecía sombrío. Se la salida del sol a su ocaso no hacía más que pensar en sí mismo y en su infeliz condición.
"Cierto -se decía-, no es desagradable oír de vez en cuando, la canción del riachuelo; ¡pero tener que escuchar, desde la mañana a la tarde, el mismo estribillo, es para enloquecer!". "De acuerdo -continuaba- tiene sus méritos, pero, ¿pasar toda una vida escondido, sin otra compañía que la de las ortigas? ¿Por qué no habré nacido en otro sitio, en otro ambiente? ¿Por qué no he nacido lirio imperial?"
En efecto, el pequeño pájaro le había dicho que el lirio imperial era considerado el lirio más maravilloso, objeto de envidia por parte de los otros lirios.
Mientras tanto el pequeño pájaro iba y venía; y cada una de sus idas y venidas alimentaba el tormento del lirio. Hasta que éste, ayudado por el pájaro, decidió buscar algo nuevo. Al día siguiente el pequeño pájaro llegó muy temprano. Con su pico arrancó el lirio que tuvo así su libertad. Después de esto, el pájaro tomó al lirio y voló lejos..., al lugar donde florecen los lirios imperiales.
Pero a lo largo del camino el lirio se secó.
Si se hubiera contentado con ser lirio sencillo y humilde, no se habría angustiado; si no se hubiera angustiado estaría en su lugar; si hubiera estado en su lugar, hubiera sido un hermoso lirio, como aquel del que nos habla el Evangelio.

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