UN MINUTO PARA EL ABSURDO.
martes, 21 de septiembre de 2010
DIÁLOGOS CON ABUL-BEKA.
“Un día de los muchos días que llenan esta existencia mía, cuyo nombre es Cayetano, dije: Voy a materializar mi Esencia para que otras Esencias veladas a su vez en los papeles que les ha marcado la Escuela Planetaria Tierra, puedan recordarse a sí mismas y tomen conciencia de Ser por encima del ego, del deseo y del cuerpo que les ha dado la vida. Fue entonces cuando deseé crear una forma de transmitir y un estilo. La mano del Azar puso ante mi el nombre de Abul-Beka, poeta elegíaco que nació y murió en Medina Runda y que es famoso por su “Elegía a la caída del Islam”. Fue entonces cuando creé la trama adecuada y puse en boca de este personaje todo aquello que mi Esencia debe decir para estos tiempos... Así nacieron “los Diálogos con Abul-Beka”. Aquéllos que sepan trascender los nombres y los lugares quizás estén más cerca de Mí, y como al aire fresco de la sierra me podrán respirar más puro. Aquéllos que aún miran más los signos y las formas que toma el Espíritu, sus nombres y sus ritos, que al Espíritu mismo, siempre estarán enfrentados “consigo mismo”, y por tanto con la mayoría de aquéllos que les rodean; porque aún no saben ver lo que lo Une todo, y sólo ven la Ignorancia que es la que separa al hombre del hombre.”
EL LEÓN CON SU EJÉRCITO.
Un día el león, que es el rey de todos los animales, pensó formar un gran ejército. Una tarde reunió a todos, les informó de su propósito, y comenzó a repartir las distintas actividades que tendría que realizar cada uno.
Al elefante, dado su tamaño y fuerza, lo cargó con las herramientas y útiles necesarios. Encima de él, puso a unos lobos para que, con su fiereza, guardasen las herramientas del acoso de posibles ladrones.
Al oso encargó que diera saltos cuando viera al enemigo. Al mono le dijo: -Tú, con tus gritos y acrobacias, debes entretener al enemigo. A la zorra mandó husmear para avisar de un posible ataque.
Estaba el león en estas tareas, cuando uno de los animales dijo: - La liebre es muy miedosa y el burro muy lento. Así que no servirán más que de estorbo. -¿De estorbo? -dijo el león-. Estás muy equivocado, a la liebre dada su rapidez, la pondremos de caretero. Ella llevará y traerá los mensajes, y el burro, con sus rebuznos, nos servirá de corneta.
Y, de este modo, el león organizó un gran ejército, que guardaba el territorio donde todos vivían.
Al elefante, dado su tamaño y fuerza, lo cargó con las herramientas y útiles necesarios. Encima de él, puso a unos lobos para que, con su fiereza, guardasen las herramientas del acoso de posibles ladrones.
Al oso encargó que diera saltos cuando viera al enemigo. Al mono le dijo: -Tú, con tus gritos y acrobacias, debes entretener al enemigo. A la zorra mandó husmear para avisar de un posible ataque.
Estaba el león en estas tareas, cuando uno de los animales dijo: - La liebre es muy miedosa y el burro muy lento. Así que no servirán más que de estorbo. -¿De estorbo? -dijo el león-. Estás muy equivocado, a la liebre dada su rapidez, la pondremos de caretero. Ella llevará y traerá los mensajes, y el burro, con sus rebuznos, nos servirá de corneta.
Y, de este modo, el león organizó un gran ejército, que guardaba el territorio donde todos vivían.
LAS MOSCAS.
FÉLIX-MARÍA DE SAMANIEGO.
A un panal de rica miel
dos mil moscas acudieron
que, por golosas, murieron,
presas de patas en él.
Otra, dentro de un pastel,
enterró su golosina.
ASÍ, SI BIEN SE EXAMINA,
LOS HUMANOS CORAZONES
PERECEN EN LAS PRISIONES
DEL VICIO QUE LOS DOMINA.
A un panal de rica miel
dos mil moscas acudieron
que, por golosas, murieron,
presas de patas en él.
Otra, dentro de un pastel,
enterró su golosina.
ASÍ, SI BIEN SE EXAMINA,
LOS HUMANOS CORAZONES
PERECEN EN LAS PRISIONES
DEL VICIO QUE LOS DOMINA.
EL PERRO SABIO.
KAHLIL GIBRAN.
Cierto día, un perro sabio pasó junto a una reunión de gatos. Y, viendo el perro que los gatos parecían estar absortos, hablando entre sí y que no advertían su presencia, se detuvo a escuchar lo que decían.
Se levantó entonces un gran gato, grave y circunspecto, que miró a sus compañeros y les dijo: "Hermanos, orad; y, cuando hayáis orado una y otra vez, y vuelto a orar, sin duda alguna, lloverán ratones del cielo".
Al oír esto, el perro rio para sus adentros, y se alejó de los gatos, comentando: ¡Ciegos e insensatos felinos! ¿No está escrito, y no lo he sabido siempre, y mis padres antes que yo, que lo que llueve, cuando elevamos al Cielo plegarias y súplicas, son huesos, y no ratones?
Cierto día, un perro sabio pasó junto a una reunión de gatos. Y, viendo el perro que los gatos parecían estar absortos, hablando entre sí y que no advertían su presencia, se detuvo a escuchar lo que decían.
Se levantó entonces un gran gato, grave y circunspecto, que miró a sus compañeros y les dijo: "Hermanos, orad; y, cuando hayáis orado una y otra vez, y vuelto a orar, sin duda alguna, lloverán ratones del cielo".
Al oír esto, el perro rio para sus adentros, y se alejó de los gatos, comentando: ¡Ciegos e insensatos felinos! ¿No está escrito, y no lo he sabido siempre, y mis padres antes que yo, que lo que llueve, cuando elevamos al Cielo plegarias y súplicas, son huesos, y no ratones?
EL CABALLO DE CALÍGULA.
Calígula, célebre emperador romano, tenía un caballo fiero y hermoso. Tanto lo apreciaba que decidió nombrarlo cónsul.
El caballo, al verse en tan digno puesto, empezó a enorgullecerse de sí y se volvió altanero, hasta tal punto, que incluso empezó a hacerle ascos a la buena paja que le llevaban para comer.
Viendo sus cuidadores que no comía la paja, pensaron: Si la pintamos de color dorado, quizá la coma.
Así lo hicieron. Pintaron la paja del color del oro y se la llevaron. El caballo pensó: Esto ya es otra cosa, este alimento es digno de ser comido por mí, Y, vorazmente, lo engulló.
El caballo, al verse en tan digno puesto, empezó a enorgullecerse de sí y se volvió altanero, hasta tal punto, que incluso empezó a hacerle ascos a la buena paja que le llevaban para comer.
Viendo sus cuidadores que no comía la paja, pensaron: Si la pintamos de color dorado, quizá la coma.
Así lo hicieron. Pintaron la paja del color del oro y se la llevaron. El caballo pensó: Esto ya es otra cosa, este alimento es digno de ser comido por mí, Y, vorazmente, lo engulló.
LA CODORNIZ.
F.M DE SAMANIEGO (adaptación).
Había una vez un trigal, por el cual merodeaba una codorniz, y ésta, al ver los granos de trigo, bajó a comer, con tal mala suerte que fue a caer entre las redes de una trampa que había puesto allí el amo del trigal.
Allí aprisionada, la codorniz se quejaba diciendo: "Pobre de mí, yo que antes era libre, que cantaba y volaba por los aires, que iba de acá para allá, ahora me encuentro aquí cautiva. He perdido mi nido, donde están mis hijitos, ¿quién los alimentará ahora? Lo he perdido todo. Y ahora me pregunto: ¿por qué tengo tanta desdicha? ¿por qué habré sido tan imprudente? Por un simple grano de trigo, estoy ahora aquí presa ¡qué caro me ha salido!
Había una vez un trigal, por el cual merodeaba una codorniz, y ésta, al ver los granos de trigo, bajó a comer, con tal mala suerte que fue a caer entre las redes de una trampa que había puesto allí el amo del trigal.
Allí aprisionada, la codorniz se quejaba diciendo: "Pobre de mí, yo que antes era libre, que cantaba y volaba por los aires, que iba de acá para allá, ahora me encuentro aquí cautiva. He perdido mi nido, donde están mis hijitos, ¿quién los alimentará ahora? Lo he perdido todo. Y ahora me pregunto: ¿por qué tengo tanta desdicha? ¿por qué habré sido tan imprudente? Por un simple grano de trigo, estoy ahora aquí presa ¡qué caro me ha salido!
LA SERPIENTE Y LA ABEJA.
Iba una abeja volando por un campo lleno de flores y arbustos, se paró en uno de ellos y extrajo miel. Pasaba por allí una serpiente y se acercó al mismo arbusto, mordió el tronco y sacó veneno.
Esto me hizo pensar que, de un libro lleno de ciencia leído por dos personas, una mala y la otra buena, pueden sacar la buena la miel, es decir, lo bueno del libro, y la mala, veneno.
De lo que se deduce que todo depende de las buenas o malas intenciones con que se miran y hacen las cosas. O dicho de otro modo. El malo lo malo ve, y el bueno ve lo bueno.
Esto me hizo pensar que, de un libro lleno de ciencia leído por dos personas, una mala y la otra buena, pueden sacar la buena la miel, es decir, lo bueno del libro, y la mala, veneno.
De lo que se deduce que todo depende de las buenas o malas intenciones con que se miran y hacen las cosas. O dicho de otro modo. El malo lo malo ve, y el bueno ve lo bueno.
EL ÁGUILA Y EL CARACOL.
Un águila real iba volando orgullosamente, cuando fue a posarse en una roca donde tenía su nido. Vio allí un pequeño caracol y muy sorprendida djo:
- Pero, ¿cómo tú, que andas tan despacio, has podido subir hasta aquí a verme?
Y, humildemente, le contesta el caracol:
- Pues he subido arrastrándome. He tardado mucho, pero, como tengo paciencia, no me ha importado esta tardanza y por fin he llegado hasta aquí.
- Pero, ¿cómo tú, que andas tan despacio, has podido subir hasta aquí a verme?
Y, humildemente, le contesta el caracol:
- Pues he subido arrastrándome. He tardado mucho, pero, como tengo paciencia, no me ha importado esta tardanza y por fin he llegado hasta aquí.
EL ENFERMO Y EL MÉDICO.
F.M DE SAMANIEGO. (Adaptación)
Un pobre enfermo se estaba muriendo. Viéndole así, su familia avisó al médico. Este tardó horas en llegar, presentándose al final de la tarde.
Reconoció al enfermo, lo auscultó y le dijo: - Usted está bastante mal, según veo, y se morirá, pero gracias a mi ciencia y a mi experiencia, puedo decirle que si usted se hubiese tomado tal medicamento, no estaría ahora en este estado.
El pobre enfermo, afligido y desesperanzado, se volvió de espaldas al médico y le contestó: - Me parece muy bien su apreciación, pero su consejo me ha llegado demasiado tarde. ¿De qué me sirve ya su buen medicamento? Y, al día siguiente falleció.
Un pobre enfermo se estaba muriendo. Viéndole así, su familia avisó al médico. Este tardó horas en llegar, presentándose al final de la tarde.
Reconoció al enfermo, lo auscultó y le dijo: - Usted está bastante mal, según veo, y se morirá, pero gracias a mi ciencia y a mi experiencia, puedo decirle que si usted se hubiese tomado tal medicamento, no estaría ahora en este estado.
El pobre enfermo, afligido y desesperanzado, se volvió de espaldas al médico y le contestó: - Me parece muy bien su apreciación, pero su consejo me ha llegado demasiado tarde. ¿De qué me sirve ya su buen medicamento? Y, al día siguiente falleció.
EL PASTOR Y SUS CARNEROS.
ESOPO.
Un pastor, que conducía sus carneros a un robledo, vio un enorme roble cargado de bellotas; extendió su capa debajo, luego subió al árbol y sacudió sus frutos. Los carneros, al comerse las bellotas, se comieron también por descuido la capa. Una vez abajo, el pastor, después de ver la catástrofe exclamó:
- Vil canalla, dais a los demás la lana para que se vistan, y a mí que os alimento, me habéis quitado incluso mi capa.
Un pastor, que conducía sus carneros a un robledo, vio un enorme roble cargado de bellotas; extendió su capa debajo, luego subió al árbol y sacudió sus frutos. Los carneros, al comerse las bellotas, se comieron también por descuido la capa. Una vez abajo, el pastor, después de ver la catástrofe exclamó:
- Vil canalla, dais a los demás la lana para que se vistan, y a mí que os alimento, me habéis quitado incluso mi capa.
EL LABRADOR Y LA PROVIDENCIA.
F.M DE SAMANIEGO. (adaptación).
Un labrador, que estaba trabajando en sus campos, obligado por el calor y la fatiga, se paró a descansar y se sentó debajo de una encina.
Allí, descansando, contemplaba agradecido sus campos, y los frutos hermosos que éstos le daban: melones, calabazas, pepinos. Pero en sus adentros pensaba y se decía que por qué la Providencia había puesto la bellota, que es el fruto de la encina, en un sitio tan alto y bonito. ¿No sería mejor -pensaba- que los melones y calabazas colgasen de los árboles? Así no se tendría que agachar a recogerlos.
Mientras estaba entretenido en estos pensamientos, cayó una bellota y le dio en la nariz. Y entonces se dijo: "Caramba, si en vez de ser una bellota es un melón o una calabaza, me quedo sin cabeza. Como es una bellota, me duele un poco la nariz, pero sigo vivo".
Un labrador, que estaba trabajando en sus campos, obligado por el calor y la fatiga, se paró a descansar y se sentó debajo de una encina.
Allí, descansando, contemplaba agradecido sus campos, y los frutos hermosos que éstos le daban: melones, calabazas, pepinos. Pero en sus adentros pensaba y se decía que por qué la Providencia había puesto la bellota, que es el fruto de la encina, en un sitio tan alto y bonito. ¿No sería mejor -pensaba- que los melones y calabazas colgasen de los árboles? Así no se tendría que agachar a recogerlos.
Mientras estaba entretenido en estos pensamientos, cayó una bellota y le dio en la nariz. Y entonces se dijo: "Caramba, si en vez de ser una bellota es un melón o una calabaza, me quedo sin cabeza. Como es una bellota, me duele un poco la nariz, pero sigo vivo".
RECETAS CONTRA INOPORTUNOS.
El buen hombre estaba harto. Se había cambiado de casa, con todeo el trabajo que eso supone, y todos los del lugar, ricos y pobres, venían a visitarle. Harto, muy harto ya, no sabía qué hacer. Cerrarles a todos la casa no le parecía buena solución. Lo comentó con un amigo y le pidió consejo. Su amigo, hombre avispado, con mucha experiencia de la vida, le dio la solución:
- Si de verdad quieres librarte de ellos y que no vuelvan más, lo tienes muy fácil: a los ricos que vayan les pides dinero y a los pobres no les des nada.
- Si de verdad quieres librarte de ellos y que no vuelvan más, lo tienes muy fácil: a los ricos que vayan les pides dinero y a los pobres no les des nada.
LOS DOS AMIGOS Y EL OSO.
F.M DE SAMANIEGO 8adaptación).
Iban dos amigos por el bosque, cuando de repente les sale un oso al paso. Uno de los amigos, muy asustado, se subió a un árbol. El otro, abandonado a su suerte, se quedó en el suelo haciéndose el muerto.
El oso, al verlo, se acerca poco a poco. Pero este animal, que no se alimenta de cadáveres según dicen, comienza a olerlo, a tocarlo, lo registra, lo examina. Mas como nuestro amigo no se movía, y casi ni respiraba, es abandonado por el oso que se fue diciendo. "Este está tan muerto como mi bisabuelo".
Entonces el amigo, que estaba en el árbol, haciendo alarde de su amistad, baja corriendo y lo abraza. Comenta la fortuna que ha tenido el amigo al haber salido ileso de tan peligroso trance, y le dice: "Sabes, me parece que el oso te dijo algo al oído, mientras te olisqueaba. Dime ¿qué es lo que te ha dicho? Y nuestro amigo contesta: "Sólo una cosa: APARTA TU AMISTAD DE LA PERSONA QUE, SI TE VE EN EL RIESGO, TE ABANDONA".
Iban dos amigos por el bosque, cuando de repente les sale un oso al paso. Uno de los amigos, muy asustado, se subió a un árbol. El otro, abandonado a su suerte, se quedó en el suelo haciéndose el muerto.
El oso, al verlo, se acerca poco a poco. Pero este animal, que no se alimenta de cadáveres según dicen, comienza a olerlo, a tocarlo, lo registra, lo examina. Mas como nuestro amigo no se movía, y casi ni respiraba, es abandonado por el oso que se fue diciendo. "Este está tan muerto como mi bisabuelo".
Entonces el amigo, que estaba en el árbol, haciendo alarde de su amistad, baja corriendo y lo abraza. Comenta la fortuna que ha tenido el amigo al haber salido ileso de tan peligroso trance, y le dice: "Sabes, me parece que el oso te dijo algo al oído, mientras te olisqueaba. Dime ¿qué es lo que te ha dicho? Y nuestro amigo contesta: "Sólo una cosa: APARTA TU AMISTAD DE LA PERSONA QUE, SI TE VE EN EL RIESGO, TE ABANDONA".
EL ASNO Y EL PERRO.
F.M DE SAMANIEGO (adaptación).
Había una vez un perro y un borrico que servían a un mismo dueño. Iban caminando y pasaron por un prado. El dueño cansado se echó a dormir. El borrico se disponía a hacer lo mismo, pero el perro que estaba hambriento le dijo: "Agáchate, borrico, y cogeré de la bolsa algo para comer". El asno se apartó, más el perro no cesaba en su intento y le seguía dando saltos y levantando las patas para alcanzar la bolsa y conseguir comida.
"No seas tonto, -le decía el asno- espera que se despierte nuestro amo. Entonces tendremos más hambre y comeremos más a gusto. Si comemos ahora lo haremos intranquilos, ya que estamos pendientes de si se despierta el amo".
Mientras estaban en esta conversación, sale un lobo del bosque y el asno asustado le pide ayuda al perro para que ladrara y, de esta manera, ahuyentara al lobo. El perro, en vez de ladrar, como lo haría un buen compañero, le dijo con sorna: "No seas tonto, espera a que se despierte nuestro amo. Como antes me aconsejaste que tuviera paciencia, ahora la voy a tener yo viendo cómo el lobo te da muerte".
Había una vez un perro y un borrico que servían a un mismo dueño. Iban caminando y pasaron por un prado. El dueño cansado se echó a dormir. El borrico se disponía a hacer lo mismo, pero el perro que estaba hambriento le dijo: "Agáchate, borrico, y cogeré de la bolsa algo para comer". El asno se apartó, más el perro no cesaba en su intento y le seguía dando saltos y levantando las patas para alcanzar la bolsa y conseguir comida.
"No seas tonto, -le decía el asno- espera que se despierte nuestro amo. Entonces tendremos más hambre y comeremos más a gusto. Si comemos ahora lo haremos intranquilos, ya que estamos pendientes de si se despierta el amo".
Mientras estaban en esta conversación, sale un lobo del bosque y el asno asustado le pide ayuda al perro para que ladrara y, de esta manera, ahuyentara al lobo. El perro, en vez de ladrar, como lo haría un buen compañero, le dijo con sorna: "No seas tonto, espera a que se despierte nuestro amo. Como antes me aconsejaste que tuviera paciencia, ahora la voy a tener yo viendo cómo el lobo te da muerte".
LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO.
ESOPO. (adaptación)
La avaricia rompe el saco. No necesito otro ejemplo que el de aquel hombre, que según cuenta la fábula, tenía una gallina que todos los días le ponía un huevo de oro.
El buen hombre pensó que la gallina tenía el tesoro dentro de su cuerpo y decidió matarla. ¡Cuál no sería su sorpresa cuando al abrirla vio que por dentro era igual que las gallinas que ponían huevos normales! Él mismo había matado a quien le proporcionaba riqueza.
¡Hermosa lección para los avaros!
¿A cuántas personas hemos visto, en estos últimos tiempos, que, de la noche a la mañana, se han visto pobres por querer tener demasiadas cosas?
La avaricia rompe el saco. No necesito otro ejemplo que el de aquel hombre, que según cuenta la fábula, tenía una gallina que todos los días le ponía un huevo de oro.
El buen hombre pensó que la gallina tenía el tesoro dentro de su cuerpo y decidió matarla. ¡Cuál no sería su sorpresa cuando al abrirla vio que por dentro era igual que las gallinas que ponían huevos normales! Él mismo había matado a quien le proporcionaba riqueza.
¡Hermosa lección para los avaros!
¿A cuántas personas hemos visto, en estos últimos tiempos, que, de la noche a la mañana, se han visto pobres por querer tener demasiadas cosas?
EL GORRIÓN Y LA LIEBRE.
F.M de SAMANIEGO (adaptación).
Un malvado gorrión le decía a una liebre que había sido apresada por un águila: "¿No eres tú tan rápida que, cuando un perro logra cogerte, lo acarician y halagan por haber corrido tanto? Pues anda, corre ahora, ¿qué es lo que te detiene?".
De esta manera le hablaba el gorrión a la liebre, cuando llegó volando un gavilán y lo apresó. El gorrión comenzó a chillar y pedir auxilio, y dijo la liebre: "Lo tienes bien mercido. Antes, cuando me viste presa en las garras del águila, me insultabas y te burlabas de mí, ¿cómo te metes en los asuntos de los demás, si no sabes mirar primero por ti?".
Un malvado gorrión le decía a una liebre que había sido apresada por un águila: "¿No eres tú tan rápida que, cuando un perro logra cogerte, lo acarician y halagan por haber corrido tanto? Pues anda, corre ahora, ¿qué es lo que te detiene?".
De esta manera le hablaba el gorrión a la liebre, cuando llegó volando un gavilán y lo apresó. El gorrión comenzó a chillar y pedir auxilio, y dijo la liebre: "Lo tienes bien mercido. Antes, cuando me viste presa en las garras del águila, me insultabas y te burlabas de mí, ¿cómo te metes en los asuntos de los demás, si no sabes mirar primero por ti?".
EL VIAJERO Y LA FORTUNA.
Un viajero estaba ya cansado, agotado del larguísimo camino. Casi sin pensarlo, se echó a dormir sobre el brocal de un pozo. ¡Qué maravilla de lugar con esa sombrecita y ese frescor del agua tan cercana! Al instante se quedó profundamente dormido. Con un sueño tan agitado, corría serio peligro de caerse al pozo. Pero la fortuna, que vela por los hombres, se acercó al viajero, le despertó sin contemplaciones y le dijo:
- ¡Eh!, amigo, despiértate, levántate y ándate con más cuidado, que, si llegas a caerte dentro, me echas la culpa a mí y no piensas que la culpa era sólo de tu imprudencia.
- ¡Eh!, amigo, despiértate, levántate y ándate con más cuidado, que, si llegas a caerte dentro, me echas la culpa a mí y no piensas que la culpa era sólo de tu imprudencia.
EL LOBO Y LA RATA.
FRANCISCO EIXIMENIS.
El lobo se metió a sermonear a la rata, diciéndole que era mal animal porque, sin ninguna vergüenza, no hacía otra cosa sino roer sacos, cajas, pan, queso, pescado y todo cuanto encontraba.
Respondió la rata:
- Señor, ¿y cómo vos me sermoneáis a mí cuando sois el mayor devorador de la tierra? Ya que si yo me como un queso, vos hacéis cien veces peor, ya que degolláis un cordero o más, y si yo me pongo a roer un saco, vos bebéis la sangre de cincuenta ovejas. ¡Bien haríais callando! Porque, mientras seáis todo gula y estéis manchado de la sangre de aquellos que habéis muerto, no debéis ni a mi ni a otro corregir de glotonería.
Y se cuenta que el lobo inclinó la cabeza y se fue avergonzado, diciendo para sí: "Si hubiese callado, no hubiera tenido que oír mis malas fechorías".
Pues nadie debe reprender a otro de aquello de lo que él es igualmente culpable.
El lobo se metió a sermonear a la rata, diciéndole que era mal animal porque, sin ninguna vergüenza, no hacía otra cosa sino roer sacos, cajas, pan, queso, pescado y todo cuanto encontraba.
Respondió la rata:
- Señor, ¿y cómo vos me sermoneáis a mí cuando sois el mayor devorador de la tierra? Ya que si yo me como un queso, vos hacéis cien veces peor, ya que degolláis un cordero o más, y si yo me pongo a roer un saco, vos bebéis la sangre de cincuenta ovejas. ¡Bien haríais callando! Porque, mientras seáis todo gula y estéis manchado de la sangre de aquellos que habéis muerto, no debéis ni a mi ni a otro corregir de glotonería.
Y se cuenta que el lobo inclinó la cabeza y se fue avergonzado, diciendo para sí: "Si hubiese callado, no hubiera tenido que oír mis malas fechorías".
Pues nadie debe reprender a otro de aquello de lo que él es igualmente culpable.
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