UN HOMBRE LIBRE.
(RABINDRANTH TAGORE)
Era joven y me sentía fuerte. Aquella mañana de primavera salí de casa y grité:
-“Yo estoy a disposición de quien quiera emplearme”.
Me lancé al camino empedrado. En aquel mismo momento pasaba el rey, erguido en su carroza, con la espada en la mano y seguido por mil guerreros.
-“Te tomo yo a mi servicio –dijo el rey-, y en compensación, te daré parte de mi poder.”
Pero yo no sabía qué hacer con su poder. Y lo dejé irse.
-“Yo estoy a disposición de todos. ¿Quién me quiere?”
En la tarde soleada, un viejo pensativo me paró, y me dijo:
-“Te tomo para mis negocios. Y te compensaré con rupias sonantes”.
Y comenzó a pagarme con monedas de oro.
Pero yo no sabía qué hacer con su dinero. Y me giré hacia otra parte. En la tarde llegué cerca de una casucha. Se asomó una hermosa muchacha y me dijo:
-“Yo te tomo y te compensaré con mi sonrisa”.
Yo quedé pensativo, preguntándome cuánto dura una sonrisa.
Mientras reflexionaba la sonrisa se apagó, y la niña desapareció en la sombra. Pasé la noche extendido en la hierba. Al amanecer estaba lleno de rocío.
-“Yo estoy a disposición… ¿quién me quiere?”
El sol brillaba en la arena, cuando vi a un niño que jugaba con tres conchas, sentado en la arena. Al verme levantó la cabeza y sonrió, como si me reconociera.
-“Te tomo yo, y a cambio no te daré nada.”
Acepté el contrato y comencé a jugar con él. A la gente que pasaba y preguntaba por mí, le respondía:
-“No puedo, estoy ocupado”. Y desde aquel día, me sentí un hombre libre.
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