ANTHONY DE MELLO.
Una vez llegó un profeta a una ciudad con el fin de convertir a sus habitantes. Al principio la gente le escuchaba cuando hablaba, pero poco a poco se fueron apartando, hasta que no hubo nadie que escuchara las palabras del profeta.
Cierto día, un viajante le dijo al profeta: "¿Por qué sigues predicando? ¿No ves que tu misión es imposible?".
Y el profeta le respondió:
"Al principio tenía la esperanza de poder cambiarlos. Pero si ahora sigo gritando es únicamente para que no me cambien ellos a mí".
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