DEL NOVELLINO, ANÓNIMO DEL SIGLO XIII
Teniendo necesidad de dinero, Saladín pensó ponerle una trampa a un rico judío que era su súbdito, para después sacarle algún dinero si caía en un error.
Mandó, pues, llamarlo a su presencia, y le preguntó cuál era, según su parecer, la mejor religión. "Si dice la judía, pensaba el infeliz, yo le diré que peca contra mi fe; y si dice la sarracena, yo le diré: Entonces, ¿por qué practicas tú la judía?".
Pero escuchando la pregunta del soberano, aquel tal, que no era tonto, le respondió así:
"Señor, hubo una vez un padre de familia que tenía tres hijos muy queridos y tenía en su poder un anillo bellísimo, adornado con una gema preciosa, la mejor gema que existe en el mundo. Estos hijos suyos, cada uno le rogaba que a su muerte le dejase a él aquel adorno precioso; por lo tanto el padre deseoso de contentarlos, mandó secretamente a por un habilísimo orfebre. Y le dijo: "Maestro, tú tienes que hacerme dos anillos semejantes en todo a éste, con una gema idéntica en cada uno".
Y el orfebre lo contentó, e hizo dos anillos tan iguales al primero que nadie podía conocer cuál era el verdadero: nadie sino sólo el padre.
Entonces, el padre mandó llamar a los hijos, uno por uno, y a cada uno le entregó secretamente un anillo; de modo que cada uno creyó que tenía aquél bueno y ninguno sabía cuál era el verdadero, sino el padre.
Así es con la fe, Señor. La Fé, tú lo sabes, son tres. El Padre que la dio a sus hijos, sabe bien cuál es la mejor. Pero los hijos, que somos nosotros, cada uno cree tener aquella buena; y el padre sonríe a todos y quiere que cada uno lleve en el dedo aquel anillo que le ha dado.
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