martes, 23 de noviembre de 2010

LA HISTORIA DE UN DÍA.

LEARNING FOR CHANGE IN WORLD.

Una vez a media noche, los hombres tuvieron el mundo a su disposición. Durante mucho tiempo, habida cuenta de lo que sabemos, permanecieron muy tranquilos: durante la mañana y la tarde ese día se limitaron a vagabundear en pequeños grupos, a cazar animales con lanzas y flechas, a refugiarse en cavernas y a vestirse con pieles. Hacia las seis de la tarde, empezaron a aprender algo sobre semillas y agricultura, sobre el pastoreo y cosas semejantes. Hacia las siete y media, se había establecido en grandes ciudades, especialmente en Egipto y la India y en los países comprendidos entre estas dos naciones.

Después llegó Moisés, que partió a la búsqueda de la tierra prometida, a las nueve menos cuarto. Tras él vinieron Buda en la India, Sócrates en Grecia y Confucio en China, que se reunieron y se fueron todos juntos, aunque sin llegar a conocerse, hacia las diez y diez. En torno a las diez y media, apareció Cristo, algo después de la Gran Muralla China y de Julio César. A las once fue el movimiento de Mahoma.

Hacia las once y media surgieron las primeras grandes ciudades en Europa del Norte. A partir de las doce menos cuarto los hombres salieron de estas grandes ciudades y saquearon el resto del mundo por doquier. Primero expoliaron América del Norte y del Sur, luego la India y, finalmente, cuando solo faltaban cuatro minutos para media noche, le llegó el turno a África.

Dos minutos antes de medianoche se desencadenó una gran guerra entre ellos, a la que siguió otra semjante sólo cincuenta segundos después.

En el último minuto del día, esos hombres del Norte de Europa fueron expulsados de la India, de África y de muchos otros países, pero no de Norteamérica, donde se habían instalado de forma estable. En ese último minuto, además, inventaron las armas nucleares, desembarcaron en la Luna, fueron responsables de doblar prácticamente la población mundial y consumieron más petróleo y metales de los que se habían utilizado en las precedentes veintitrés horas y cincuenta y nueve minutos.

Volvió a ser medianoche, el inicio de un nuevo día.

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