martes, 24 de agosto de 2010

PARÁBOLA DE LA MONTAÑA.

"En marcha". Ed. Marova.

Alberto, 16 años, está completamente fuera de sí de contento por el descubrimiento que acaba de hacer: Ana, 16 años. La ama hasta la obsesión.

- Jamás podréis comprender hasta qué punto la amo. Estamos de verdad hechos el uno para el otro.

Y así le respondió el sabio:

- Había una vez un hombre que no había salido nunca de su pueblo. Un domingo fue a pasearse por las montañas que rodeaban el pueblecito. "¡Oh! -dijo-, que fenómeno es esto. Voy a construir aquí mi chalet".

"Espera un poco - le dijo su amigo - ¿has visto la sierra de Navacerrada?". Tres meses después conoció la sierra. "Esto es mucho mejor. Además, estos pinos me recuerdan un poco al paisaje de mi pueblo. Sí, aquí voy a construir mi chalet".

"¿Conoces las montañas y los pueblecitos de Gredos?", le preguntó su amigo. En vacaciones marchó a Gredos, y vio los pueblecitos perdidos entre la montaña, tranquilos, sin ruidos... frescos, y dijo: "Esto es mucho más ventajoso. Es el terreno ideal".

"¿Conoces los Pirineos?" le preguntó de nuevo su amigo. Y allá se fue por Navidad. Los jóvenes hacían esquí, el cielo estaba despejado, el paisaje era, ciertamente muy distinto, pero dijo: "Aunque esto está un poco más lejos que Gredos, creo que es esto con lo que soñaba. Ya está decidido. Es aquí donde, al fin, voy a construir mi chalet".

domingo, 15 de agosto de 2010

EL CIERVO Y LA FUENTE.

F.M DE SAMANIEGO (Adaptación).

Un ciervo se miraba en una fuente de agua fresca y cristalina. Veía en el agua su figura y admiraba sus hermosos cuernos, diciendo: "¿Oh, qué cuernos tan complejos y hermosos tengo". Más también se reflejaban sus patas en el agua, y esto ya no le hacía tanta gracia, pues las veía demasiado lasrgas; y de esta manera se quejaba: "¡Oh, dioses! ¿Por qué a una cabeza tan hermosa como la mía, le habéis puesto unas patas tan largas? ¡Qué desproporción! ¿Oh, qué pesar tengo!, siempre iré por el mundo con este cuerpo. ¡Qué desdichado soy!"

Estaba en estas quejas, cuando vio venir a un perro fiero. Al verlo, salió corriendo por el bosque, pero sus cuernos se enganchaban con las ramas y retardaban su huida. A punto estuvo el perro de alcanzarlo. Pero, gracias a sus patas, largas y ligeras, logró escapar del perro.

Y se dijo: "Si estoy vivo, es gracias a mis patas. ¡Llévese el diablo mis hermosos cuernos! ¡Y que el cielo haga eternos mis feos pies!"

EL CIEGO Y EL PARALÍTICO.

CLARIS DE FLORIÁN.

Ayudémonos mutuamente;
el peso de las desgracias será así más ligero;
el bien hecho a un hermano
es un alivio para nuestros propios males.
Confucio lo ha dicho; sigamos su doctrina
para persuadir a los pueblos de China
les contaba la siguiente anécdota:
"En una ciudad de Asia había dos desgraciados,
tullido el uno, el otro ciego, y pobres los dos.
Rogaban al cielo que pusiera fin a sus vidas;
mas sus gritos eran superfluos,
no podían morir. Nuestro paralítico,
tendido sobre un jergón en plena vía pública,
sufría sin ser compadecido; doble era el sufrimiento.
El ciego, a quien todo le molestaba,
se hallaba sin guía, sin sostén,
sin tener siquiera un can para amarle y conducirle.

Cierto día ocurrió que el ciego,
a tientas, llegó a una esquina
y se halló junto al inválido;
oyó sus gritos, quedó profundamente conmovido.
No hay más que los desgraciados
que se compadezcan mutuamente.
"Yo tengo mis males -le dijo-, y vos tenéis los vuestros:
unámoslos, hermano; serán menos terribles."
"¡Ay! -dijo el tullido-, ignoráis hermano,
que yo no puedo dar ni un paso;
y que vos mismo no veis nada.
¿De qué nos servirá unir nuestras desgracias?".
"Escuchad -repuso el ciego-, entre ambos
poseemos todo lo necesario;
yo tengo piernas y vos un par de ojos:
yo os llevaré a cuestas y vos seréis mi guía
vuestros ojos dirigirán mis pasos inseguros,
y mis piernas, a su vez, irán donde queráis.
Así, sin que jamás nuestra amistad decida
quién de los dos tiene mayor utilidad,
yo andaré por vos y vos veréis por mi".

EL LABRIEGO Y SUS HIJOS.

JEAN DE LA FONTAINE.

Un rico labrador que veía próxima su muerte, llamó a sus hijos aparte para hablarles sin testigos.

¡Guardaos muy bien -les dice- de vender vuestra heredad, legada por nuestros abuelos! Un tesoro se oculta en su entraña, aunque ignoro su sitio. Más, con un poco de esfuerzo, conseguiréis encontrarlo. Pasada la cosecha, removed vuestro campo, cavadlo de arriba abajo, sin dejar un palmo que no muevan vuestras palas.

Murió el padre, y los hijos cavaron el campo de abajo arriba, y con tal ahínco que, al año siguiente, la cosecha fue más grande. Dinero no encontraron porque no lo había. Pero su padre fue un sabio, enseñandoles antes de morir que el trabajo es un tesoro.

EL VIEJO Y LA MUERTE.

FÉLIX MARÍA DE SAMANIEGO.

Entre montes, por áspero camino,
tropezando con una y otra peña,
iba un viejo cargado con su leña,
maldiciendo su mísero destino.

Al fin cayó y, viéndose de suerte
que apenas levantarse ya podía,
llamaba con colérica porfía
una, dos, tres veces a la muerte.

Armada de guadaña, en esqueleto,
la Parca se le ofrece en aquel punto;
pero el viejo, temiendo ser difunto,
lleno más de temor que de respeto,
trémulo le decía, balbuciente:

- Yo... señora... os llamé desesperado.
- Pero acaba: ¿qué quieres desdichado?
- Que me cargues la leña solamente.

HERACLES Y ATENEA.

ESOPO.

Heracles iba caminando a lo largo de un estrecho sendero, cuando observó en el suelo un objeto que se parecía a una manzana. Quiso aplastarlo, pero el objeto duplicó su volumen.

En vista de ello, Heracles lo pisó más violentamente aún y lo golpeó con su bastón. Entonces, el objeto, hinchándose más, obstruyó el camino.

El héroe arrojó su bastón y se quedó allí, muy extrañado. En esos instantes compareció la diosa Atenea (que era muy sabia) y le dijo:

-Detente, hermano. Este objeto que te asombra es el espíritu de querella y de disputa: si se le deja tranquilo, se queda tal cual era al principio; si se le combate, se hincha cada vez más.

miércoles, 11 de agosto de 2010

IGNACIO DE LOYOLA.

ANTHONY DE MELLO.

El místico del Siglo XVI, Ignacio de Loyola, decía de sí mismo que, en el momento de su conversión, no tuvo a nadie que le guiara, sino que el Señor en persona le instruyó como un maestro instruye a un niño. Y al final llegó a decir que, aunque fueran destruidas todas las Escrituras, él seguiría creyendo lo que las Escrituras revelan, porque el Señor se lo había revelado a él personalmente.

Cristiano:
Yo no he tenido la misma suerte que Ignacio, Señor. Por desgracia, ha habido demasiadas personas a las que he podido acudir en busca de orientación. Y ellas me han acosado con sus constantes enseñanzas, hasta que, debido al estrépito, apenas he podido escucharte a Ti, por más que me esforzara. Nunca he tenido la fortuna de tener un conocimiento de Ti de primera mano, porque ellos solían decirme: "Nosotros somos los únicos maestros que has de tener; quien nos escucha a nosotros a Él le escucha".

Pero no tengo razón para echarles la culpa o para lamentar que hayan estado presentes en los primeros años de mi vida. Es a mí a quien debo culpar. Porque no he tenido la suficiente firmeza para silenciar sus voces; ni el valor para buscar por mí mismo; ni la determinación para esperar a que Tú hablaras; ni la fe en que algún día, en algún lugar, habrías de romper tu silencio y me hablarías.

LA MUJER SAMARITANA.

ANTHONY DE MELLO.

La mujer dejó en el suelo su cántaro de agua y marchó a la ciudad. Y dijo a la gente: "Venid y veréis al hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será el Mesías?".

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Cristiano:

¡Qué lección, la de la samaritana...!
No dio respuestas. Se limitó a hacer una pregunta y a dejar que los demás econtraran la respuesta por sí solos. Y eso que tuvo que sentir la tentación de dar la respuesta, después de haber oído de tus propios labios: "Yo soy el Mesías, el que te está hablando".

Y fueron muchos los que se hicieron discípulos tras escuchar sus palabras. Y le dijeron a la mujer: "No creemos por lo que tú has dicho, sino porque nosotros mismos le hemos oído a Él, y sabemos que Él es realmente el Salvador del mundo".

Me he contentado con saber acerca de Ti de segunda mano, Señor. De las Escrituras y de los santos; de Papas y predicadores...
Me habría gustado poderles decir a todos ellos: "No creo por lo que vosotros habéis dicho, sino porque yo mismo le he escuchado a Él".

SIMÓN PEDRO.

ANTHONY DE MELLO.

Un diálogo tomado del Evangelio:

"Y vosotros", preguntó Jesús, "¿quién decís que soy yo?"

Tomando la palabra Simón Pedro, respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo".

Y Jesús le dijo: "¡Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos!".

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Un diálogo de nuestros días:

Jesús: "Y tú ¿quién dices que soy Yo?".

Cristiano: "Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo".

Jesús: "Muy bien respondido. Pero ¿qué pena que lo hayas aprendido de la carne y
de la sangre y no te lo haya revelado mi Padre que está en los cielos...!".

Cristiano: "Tienes razón, Señor. He sido engañado. Alguien me dio la respuesta antes de que tu Padre de los cielos tuviera tiempo de hablar. Y me maravilla la sabiduría que demostraste al no decir nada a Simón y al dejar que tu Padre hablara primero".

lunes, 9 de agosto de 2010

"GRACIAS" Y "SÍ".

ANTHONY DE MELLO.

¿Qué significa amar a Dios? A Dios no se le ama del mismo mod que se ama a las personas a las que uno puede ver, oír y tocar. Porque Dios no es una persona en el sentido en que nosotros usamos esta palabra. Dios es el Desconocido. El totalmente Otro. Dios está por encima de expresiones tales como él o ella, persona o cosa.

Cuando decimos que la audiencia llena la sala y que la voz del cantante llena también la sala, estamos empleando la misma palabra para referirnos a dos realidades totalmente diferentes. Cuando decimos que amemos a Dios con todo nuestro corazón y que amamos al amigo con todo nuestro corazón, estamos también empleando las mismas palabras para expresar dos realidades totalmente diferentes. Porque la voz del cantante en realidad no llena la sala. Y no podemos amar a Dios en el sentido corriente de la palabra.

Amar a Dios con todo el corazón significa decir un "Sí" incondicional a la vida y a todo lo que la vida trae consigo. Aceptar sin reservas todo lo que Dios ha dispuesto con relación a la propia vida. Tener la actitud que tenia Jesús cuando dijo: "No se haga mi voluntad, sino la tuya". Amar a Dios con todo el corazón significa hacer propias las célebres palabras de Dag Hammarskjold:

Por todo lo que ha sido, gracias.
A todo lo que ha de ser, sí.

Esto es lo que únicamente puede darse a Dios. En este terreno Dios no tiene rival. Y comprender que en esto consiste amar a Dios significa, al mismo tiempo, comprender que amar a Dios no es obstáculo para amar incondicional, tiera y apasionadamente a los amigos.

La voz del cantante inunda la sala y sigue en posesión de la misma, prescindiendo de lo atestada de gente que la sala pueda estar. La presencia de mayor número de gente no es para ella ningún obstáculo. La única amenaza podría venir de una voz rival que pretendiera ahogarla. Dios conserva un dominio indiscutible sobre tu corazón, prescindiendo del número de personas que quepan en él. Tampoco es obstáculo para Dios la presencia de dichas personas. La única amenaza podría venir de un intento por parte de esas personas, de desvirtuar el "sí" incondicional que tú pronuncias a todos los planes que Dios pueda tener acerca de tu vida.

LA VOZ DEL CANTANTE LLENA LA SALA.

ANTHONY DE MELLO.

Oído a la salida de un concierto:

"¡Vaya un cantante! Su voz llenaba la sala".
"Es cierto. Varios de nosotros tuvimos que abandonar la sala para dejarle sitio".

¡Curioso! Pueden ustedes conservar sus asientos, señoras y señores; la voz del cantante llenará la sala, pero no ocúpará ningún espacio.

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Oído en una sesión de orientación espiritual:

"¿Cómo puedo amar a Dios tal como dicen las Escrituras? ¿Cómo puedo darle todo mi corazón?".

"Primero debes vaciar tu corazón de todas las cosas creadas".


¡Engañoso! No temas llenar tu corazón con las personas y las cosas que amas, porque el amor de Dios no ocupará espacio en tu corazón, del mismo modo que la voz del cantante no ocupa espacio en la sala de conciertos.

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El amor no es como una hogaza de pan. Si doy un pedazo de la hogaza, me quedará menos pan que ofrecer a los demás. El amor se parece más al pan eucarístico. Cuando lo recibo, recibo a Cristo en su totalidad. Pero no por ello recibes tú menor parte de Cristo; tú también recibes a Cristo entero; y también el otro; y el de más allá.

Puedes amar a tu madre con todo tu corazón; y a tu esposa; y a cada uno de tus hijos. Lo asombroso es que el dar todo tu corazón a una persona no te obliga a dar menos a otra. Al contrario, cada una de ellas recibe más. Porque si sólo amas a tu amigo y a nadie más, de hecho lo que le ofreces es un corazón bastante pobre. Tu amigo saldrá ganando si ofreces también tu corazón a los demás.

Y Dios saldría perdiendo si insistiera en que le entregaras tu corazón únicamente a Él. Regala tu corazón a otros: a tu familia, a tus amigos... y Dios saldrá ganando cuando le ofrezcas a Él todo tu corazón.

EL COCO.

ANTHONY DE MELLO.

Desde lo alto de un cocotero,un mono arrojó un coco sobre la cabeza de un sufi.

El hombre lo recogió, bebió el dulce jugo, comió la pulpa y se hizo una escudilla con la cáscara.

Gracias por criticarme.

¡OH, FELIZ CULPA!

ANTHONY DE MELLO.

El místico judio Baal Shem tenía una curiosa forma de orar a Dios.
"Recuerda, Señor", solía decir, "que Tú tienes tanta necesidad de mí como yo de Ti. Si Tú no existieras, ¿a quién iba yo a orar? Y si yo no existiera, ¿quién iba a orarte a Ti?

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Me produjo una enorme alegría pensar que si yo no hubiera pecado, Dios no habría tenido ocasión de perdonar. También necesita mi pecado. Ciertamente, hay más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

¡Oh, feliz culpa! ¡Oh, necesario pecado! Donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia.

jueves, 5 de agosto de 2010

CONFUCIO EL SABIO.

ANTHONY DE MELLO.

En cierta ocasión le decía Pu Shang a Confucio: "¿Qué clase de sabio eres tú, que te atreves a decir que Yen Hui te supera en honradez; que Tuan Mu Tsu es superior a ti a la hora de explicar las cosas; que Chung Yu es más valeroso que tú; y que Chuan Sun es más elegante que tú?".

En su ansia por obtener respuesta, Pu Shang casi se cae de la tarima en la que estaban sentados. "Si todo eso es cierto", añadió, "entonces, ¿por qué los cuatro son discípulos tuyos?".

Confucio respondió: "Quédate donde estás y te lo diré. Yen Hui sabe cómo ser honrado, pero no sabe como ser flexible. Tuan Mu Tsu sabe cómo explicar las cosas, pero no sabe dar un simple "si" o un "no" por respuesta. Chung Yu sabe cómo ser valeroso, pero no sabe ser prudente. Chuan Sun Shih sabe cómo ser elegante, pero no sabe ser modesto. Por eso los cuatro están contentos de estudiar conmigo".


El musulmán Jalal ud.Din Rumi dice: "Una mano que está siempre abierta o siempre cerrada es una mano paralizada. Un pájaro que no puede abrir y cerrar sus alas, jamás volará".

LA ESCLAVA.

ANTHONY DE MELLO.

Un rey muslmán se enamoró locamente de una joven esclava y ordenó que la trasladaran a palacio. Había proyectado desposarla y hacerla su mujer favorita. Pero, de un modo misterioso, la joven cayó gravemente enferma el mismo día en que puso sus pies en el palacio.

Su estado fue empeorando progresivamente. Se le aplicaron todos los remedios conocidos, pero sin ningún éxito. Y la pobre muchacha se debatía ahora entre la vida y la muerte.

Desesperado, el rey ofreció la mitad de su reino a quien fuera capaz de curarla. Pero nadie intentaba curar una enfermedad a la que no habían encontrado remedio los mejores médicos del reino.

Por fin se presentó un "hakim" que pidió le dejaran ver a la joven a solas. Después de hablar con ella durante una hora, se presentó ante el rey que aguardaba ansioso su dictamen.

"Majestad", dijo el "hakim", "la verdad es que tengo un remedio infalible para la muchacha. Y tan seguro estoy de su eficacia que, si no tuviera éxito, estaría dispuesto a ser decapitado. Ahora bien, el remedio que propongo se ha de ver que es sumamente doloroso..., pero no para la muchacha, sino para vos, Majestad".

"Dí qué remedio es ése", gritó el rey, "y le será aplicado, cueste lo que cueste".

El "hakim" miró sucesivamente al rey y le dijo: "La muchacha está enamorada de uno de vuestros criados. Dadle vuestro permiso para casarse con él y sanará inmediatamente".

¡Pobre rey...! Deseaba demasiado a la muchacha para dejarla marchar. Pero la amaba demasiado para dejarla morir.

¡Cuidado con el amor!Si te aventuras en él, él será para ti la muerte.

domingo, 1 de agosto de 2010

LA MANZANA PERFECTA.

Apenas había concluido Nasruddin su alocución cuando un bromista de entre los asistentes le dijo: "En lugar de tejer teorías espirituales, ¿por qué no nos muestras algo práctico?".

El pobre Nasruddin quedó absolutamente perplejo. "¿Qué clase de cosa práctica quieres que te muestre?", le preguntó.

Satisfecho de haber mortificado al mullah y de causar impresión a los prsentes, el bromista dijo: "Muéstranos, por ejemplo, una manzana del jardín del Edén".

Nasruddin tomó inmediatamente una manzana y se la presentó al individuo. "Pero esta manzana", dijo éste, "está mala por un lado. Seguramente una manzana celestial debería ser perfecta".

"Es verdad. Una manzana celestial debería ser perfecta", dijo el mullah. "Pero, dadas tus reales posibilidades, esto es lo más parecido que jamás podrás tener a una manzana celestial".

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¿Puede un hombre esperar ver una manzana perfecta con una mirada imperfecta?

¿O detectar la bondad en los demás cuando su propio corazón es egoísta?

LA OVEJA PERDIDA.

Parábola para educadores religiosos:

Una oveja decubrió un agujero en la cerca y se escabulló a trávés de él. Estaba feliz de haber escapado. Anduvo errando mucho tiempo y acabó desorientándose.

Entonces se dio cuenta de que estaba siendo seguida por un lobo. Echó a correr y a correr..., pero el lobo seguía persiguiéndola. Hasta que llegó el pastor, la salvó y la condujo de nuevo, con todo cariño, al redil.

Y a pesar de que todo el mundo le instaba a lo contrario, el pastor se negó a reparar el agujero de la cerca.